En la regeneración de los bosques esclerófilos, como es el caso de muchos encinares salmantinos, hay un actor silencioso, el arrendajo. El arrendajo o gallo de monte es un ave bastante común en toda Europa. En la Península Ibérica queda relegado a las zonas eminentemente forestales, sobre todo los bosques esclerófilos de encinas, alcornoques, quejigos y robles.
En Salamanca está presente en formaciones de quercíneas como los melojares, quejigales, orlas de encinares y en las dehesas. Pero es posible observarles también en ecotonos próximos a los ecosistemas ribereños en bosques de ribera caducifolios.
Durante los procesos de restauración de bosques de ribera se está observando en muchas ocasiones que al realizar las tareas de desbroce selectivo de la vegetación alóctona (chopo canadiense principalmente), entre rosales silvestres, zarzas, espinos, fresnos, sauces y alisos están surgiendo de forma espontánea gran cantidad de plantones de encina. Localizar tantos pies espontáneos de encina hace suponer que existe un aliado en la recuperación de la vegetación autóctona. Este aliado está ayudando a la repoblación trayendo bellotas desde los encinares que distan varios kilómetros y enterrándolas en estas nuevas áreas. La presencia durante varias semanas de una pareja de arrendajos frecuentando una zona cercana a la ribera del Tormes recientemente restaurada confirma nuestra suposición.
La relación ecológica entre el arrendajo y la encina es digna de mención saliendo ambas especies beneficiadas en cierto modo. Los arrendajos suelen almacenar gran cantidad de bellotas durante el otoño, enterrándolas de forma dispersa cerca de la superficie, para alimentarse de ellas en épocas de mayor escasez. Lo que sucede es que no suelen recordar dónde han enterrado todas y cada una. Hay un porcentaje de ellas que son olvidadas, muchas germinan, dándo así lugar a nuevos pies de encinas, robles, quejigos o alcornoques. El arrendajo sin querer es uno de los principales repobladores de nuevos encinares contribuyendo a la expansión de estos bosques autóctonos tan característicos de Salamanca. Respetar y conservar al arrendajo es respetar y conservar los encinares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario