La comarca de la Armuña, en el norte de Salamanca, es una zona muy interesante para la observación de aves. Parece que otras áreas naturales como las Arribes, las Sierras del sur de la provincia, las dehesas, o los humedales como riberas, lagunas o embalses, son los únicos lugares de interés ornitológico. Y sin embargo, un paseo por las llanuras cerealistas salpicadas de pequeños lavajos, pueden ofrecer buenos momentos.
Ayer realicé una de mis rutas habituales a pie por esta comarca en busca de las huidizas avutardas (Otis tarda). Pero rápido tuve que sacar mi cuaderno de campo e iniciar el check list de la tarde anotando la presencia de abundantes trigueros, pardillos, lavanderas boyeras y palomas torcaces. Más adelante al llegar a una zona de pequeñas lagunas endorreicas, un grupo de cigüeñas blancas se alimenta en la lejanía, bandos de azulones sobrevuelan el territorio, y las calandrias cantan en vuelo cerniéndose a cierta altura. Decido salirme del camino y adentrarme en el ahora encharcado microrelieve gilgai típico de los vertisoles arcillosos de muchas zonas de la Armuña. Todo indica que en el pasado toda esta área debió estar ocupada por lagunas de mayor tamaño, ahora drenadas para la agricultura. Sólo en las partes más deprimidas se mantienen láminas de agua de cierta entidad. Localizo con mis prismáticos una charca bastante interesante y decido acercarme sigilosamente. De pronto entre la alta hierba una pareja de azulones me sorprende emprendiendo el vuelo de manera vertiginosa. Un avefría sobrevuela la pradera con un vuelo raso mientras realiza un bello canto. Por cierto, de las avutardas nada de nada.
En la lagunita, un grupo de cigüeñuelas se está alimentando junto con una pareja de cucharas comunes, otra de fochas y otra de gallinetas. Tuve la suerte de disfrutar durante bastante tiempo de los vuelos de las cigüeñuelas y de sus desplazamientos alimentándose por la charca.
Seguidamente me decido a continuar con la ruta programada en busca de las avutardas. Al regresar al camino una pareja de milanos negros hace acto de presencia con un vuelo raso bastante tosco a causa del viento. Tras casi dos horas de caminata rodeado de campos de colza y cereal decido dar media vuelta y regresar. Parece que la avutarda se me ha resistido. Pero a los 10 minutos de trayecto de vuelta, miro para atrás y con los prismáticos logro ver demasiado lejos un grupo en un barbecho. Son 7 avutardas. Hacía 30 minutos que había pasado por aquí y no las había visto. Pero por fin logré divisarlas. Poco a poco fueron adentrándose en un cultivo de cereal ocultándose lentamente. Satisfecho puedo regresar, aún me queda otra hora a pie y el Sol ya roza el horizonte.