Recursos medioambientales

Blog de Santiago Domínguez Martín

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domingo, 8 de octubre de 2017

Análisis de la campaña de Sensibilización Ambiental: "Cómo tomar partido por nuestro patrimonio natural"

Quizás una de las tareas más difíciles, serias y delicadas dentro de la educación ambiental es la elaboración de programaciones destinadas al público adulto. Pero merece un esfuerzo trabajar en proyectos de este tipo, ya que estos destinatarios son los que en la actualidad tienen más responsabilidad en las causas de los problemas ambientales, pero también a la vez son los que más capacidad tienen para tomar decisiones y solucionarlos, cambiando el modus operandi de nuestra sociedad.

Portada del libro de fiestas 2017

Uno de los instrumentos más conocidos para la educación ambiental dirigida a adultos son las conocidas como “campañas de sensibilización ambiental”. Dichas campañas pueden desarrollarse por medio de diferentes metodologías: charlas, coloquios, conferencias, jornadas, proyecciones, teatro, publicaciones, itinerarios, folletos…etc.
Al recibir la invitación por parte de la Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Alba de Tormes para participar en el Libro-Programa de las Fiestas octubre 2017, con una publicación que desarrollase una campaña de sensibilización dirigida al gran público, sentí una enorme responsabilidad porque sabía que no era nada sencillo.

Fragmento del inicio del articulo

Sea cual sea la metodología elegida en el diseño de una campaña, en este caso una publicación en un libro, la fijación de los objetivos alcanzables debe ser una de las acciones que hay realizar inicialmente. Dichos objetivos tienen que responder a los intereses y necesidades de las personas a las que se dirige la campaña y permitir que, en el transcurso de la misma, se generen los conocimientos a partir de la propia realidad de esas personas. Es lo que llamaríamos la “contextualización” en su vida cotidiana. Si lo que queremos transmitir no forma parte de la experiencia diaria va ser muy complicado mantener el interés de la gente. Por ello los contenidos ambientales que se presenten deben estar relacionados con problemas que les preocupen. Deben ser cuestiones socialmente vivas y temas que conecten con la realidad social.
A partir de esos intereses se debe optar por la selección de algún problema ambiental por parte de quien elabora la campaña. No puede caerse en el error de presentar demasiados problemas, es mejor seleccionar como máximo dos y centrarse en ellos. Muchas veces se quieren abarcar demasiados problemas y se seleccionan tantos que la campaña queda demasiado densa y difícil de comprender.
Para conocer los intereses y, por lo tanto, seleccionar los problemas a tratar, es necesario hacer una labor previa de exploración sobre los conocimientos, actitudes y comportamientos que posee ese grupo de destinatarios concreto al que nos dirigimos, en relación a la problemática ambiental existente en su contexto social, para que al plantear nuestro caso nos aseguremos de saber qué ideas, dudas y creencias sobre el tema tienen motu proprio. Esas ideas, dudas y creencias se estarían traduciendo en las conductas observables de los ciudadanos que tienen lugar en el día a día.
La experiencia privilegiada de los técnicos de medio ambiente de estar a diario en contacto con los problemas ambientales del contexto de la gente les permite tener suficiente información de los conocimientos y creencias y, por lo tanto, poder seleccionar con más claridad problemas útiles para las campañas que se quieran desarrollar. Por eso, cualquier campaña de sensibilización ambiental debe estar participada por los técnicos de medio ambiente de ese contexto social, que conocen de primera mano mucha información.
Una vez elegido el problema ambiental a tratar hay que analizarlo siguiendo los siguientes pasos:

· Identificar el problema

· Analizar las causas del problema

· Relacionarlo con otras situaciones que tienen lugar en el medio ambiente.

La forma de consecución de estos pasos va a depender de la metodología a seguir en la campaña, por ejemplo, si es más participativa como un coloquio o jornada los destinatarios por sí mismos van a ir descubriendo todas las cuestiones a medida que avance la campaña; sin embargo, si la metodología no es tan participativa, como por ejemplo sucede en un artículo o una publicación, el autor del texto con sus conocimientos puede ir haciendo todas esas aclaraciones mediante un texto explicativo, con un lenguaje sencillo y fácil de entender para el lector.
En todo caso este análisis del problema elegido debe estar fundamentado siempre en datos, razonamientos lógicos y procesos científicamente demostrados que no dejen lugar a dudas sobre su veracidad. Si no se hace así, la campaña puede fracasar por parecer una mera exposición de opiniones arbitrarias que dejarían a la gente con más dudas. En cambio, los hechos demostrados científicamente no son opinables, simplemente son.
En una campaña bien diseñada y ejecutada, mediante lo experimentado, una vez resueltas las dudas y adquiridas las nuevas ideas que antes se desconocían, los lectores tendrán una nueva visión del problema, se reorganizan actitudes y valores que va a generar una nueva toma de conciencia. Consiste en un cambio de creencias. Al principio la gente piensa que un problema es de una manera y resulta que realmente no es como se pensaba. Y eso hace que cambien sus conductas cotidianas del día a día en favor del medio ambiente.
Pero para que exista un cambio de conductas efectivo deben proporcionarse en la campaña también las herramientas y las capacidades que lo hagan posible. Si no se proporcionan los medios para adquirir nuevas conductas más responsables la campaña quedará vana. El objetivo recordemos no es la campaña en sí misma sino provocar en las personas a quien se dirige cambios reales en sus conductas. Hay que informarles de cómo pueden materializar en el día a día el cambio de conciencia.
Para cada problema ambiental pueden adoptarse una serie de medidas correctivas obtenidas a partir de resultados de la investigación científica y tecnológica. Otros problemas ambientales sin embargo aún requieren una solución científico tecnológica, y habrá que seguir investigando sobre ellos. Mientras tanto, en esos casos las medidas a tomar serán preventivas. En cualquier campaña, tanto las medidas correctivas como las preventivas deben ponerse en conocimiento de la gente que causa los problemas ambientales para que puedan tomar partido y solucionarlo. A veces el gran público no tiene acceso a esos conocimientos y es labor del diseñador de la campaña hacérselos llegar.
El legislador también puede plasmar esas medidas en la normativa ambiental. Está más que claro que una buena herramienta para garantizar una conducta ambiental correcta es el cumplimiento de las diferentes normativas sectoriales de carácter ambiental existentes a escala Comunitaria, Estatal, Autonómica y Local. Pero la normativa es tan densa y compleja que apenas llega a los destinatarios. Hacer alusión a la normativa en una campaña a veces puede ser contraproducente porque la gente coge miedo, y el miedo junto al alarmismo, como diremos más adelante, atenaza y causa resignación y dejadez. En nuestra opinión en una campaña evitaríamos la mención de normas y sanciones que en ocasiones lo que causan es el efecto contrario de lo que queremos conseguir y es que la gente se active y participe en la resolución de los problemas ambientales. Aunque no olvidaremos que la normativa es también muy importante, y que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento.
En el ámbito local, dónde nos encontramos, las medidas a adoptar se hacen visibles a la gente mediante ordenanzas, edictos, información ofrecida por parte del personal técnico, servicios públicos, instalaciones, etc. que las administraciones locales ponen al alcance de los ciudadanos para que tomen partido de manera activa y participativa en la resolución de los problemas ambientales. Pero también es muy conveniente realizarlo a través de campañas de sensibilización ambiental.
Para finalizar esta entrada un par de reflexiones más:

Suele ser costumbre en muchas campañas de sensibilización recurrir al alarmismo, sobre todo cuando a quien nos dirigimos es público adulto. Es muy frecuente verlo así en prensa y medios de comunicación. Nosotros pensamos que desde la alarma y el catastrofismo no se consiguen los objetivos pretendidos porque la gente acaba resignada diciendo que ante tal problema ellos no pueden hacer nada para resolverlo. Por ello, hay que tratar de evitarlo en todo momento en la publicación. No debe perderse nunca la esperanza de que la solución es posible si todos ponemos de nuestra parte.

Es necesario que conectemos con las emociones de la gente. Para ello hay que saber qué es lo que emociona al grupo al que nos dirigimos y hacer referencia a ello. Esto supone que quien diseña la campaña debe conocer muy bien el contexto social y embeberse en toda la idiosincrasia del grupo al que se dirige. Por ejemplo, en nuestro caso hay que conocer qué intereses mueven a los lectores de un libro como el Libro-Programa de Fiestas octubre 2017 y que esperan de la lectura de una publicación incluida en él. Esta parte emocional es una de las cuestiones más delicadas porque es aquí donde es más fácil abandonar el razonamiento lógico y los objetivos que pretendemos. No debemos nunca olvidar los objetivos que definimos al inicio. Hay que emocionar, pero desde la razón, de quien lo que pretende en definitiva es persuadir a la gente para que nuestro medio natural se siga conservando de manera sostenible para el futuro. 
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